Friday, May 27, 2011

Renoir na Comuna


«Renoir que regresó a Paris a princípios de mayo, no perdió la vida de milagro. Monto el caballete a orillas del Sena y se puso a observar los reflejos amarillos y dorados del sol sobre elagua. No presto atención a um grupo de la Guardia Nacional que se había detenido a mirar su obra. Convencidos de que era un espia de las tropas de Thiers para informarles de las actividades de la zona, lo condujeron hasta el ayuntamiento del sexto arrondissement, donde había un escuadrón de fusilamiento de servicio. Mientras lo sacaon para fusilarlo, reparo por casualidade n un hombre vestido de unforme, com una fajã tricolor ceñida a la cintura, rodeado de un grupo de oficiales también impecablemente vestidos. A pesat del atuendo militar, Renoir reconoció en él al desconocido al que se habíencontrrado, unos años antes, en el bosque de Fontainbleau, donde se hallaba pintando cuando, de repente, un joven harapiento salió a trompicones de entre los matorrales y le dijo que se llamaba Raoul Rigaud, periodista republicano al que perseguían las autoridades. El pintor le dio un delantal y un equipo de pintura y le dijo que se hiciera pasar por artista. Ahora, en el ayuntamiento de la capital, Renoir consiguió atraer la atención de Rigaud, convertido en jefe de policía de la Comuna, que lo reconoció immediatamente. Los demás, al verle corriendo hacia Renoir, cambiaron de actitud. Renoir fue conducido a través de dos líneas de soldados hasta un balcón que daba a la plaza, donde se hacongregado una gran multitud para presenciar la ejecución del espía. Rigaud les hizo cantar La Marsellesa en honor del "ciudadano Renoir", el cual se asomó al balcón entre tímidos gestos de agradecimiento. Se le dio un salvoconducto, con el que recuperó la libertad. Aquel fue con toda probabilidad el último acto de humanidad por parte de Rigaud. El 24 de mayo, a los veinticuatro años de edad, fue abatido en la calle Gay-Lussac, donde su cadáver permaneció dos dias enteros sin que nadie se ocupara de él.»
Sue Roe - Vida privada de los impresionistas. Madrid: Turner, 2008, p. 125